Camina, pedalea, navega, vuela… Vive tu propia aventura
Descubre el tesoro natural que envuelve a Villafranca de Córdoba.
Vive experiencias en compañía de los tuyos que recordaréis toda la vida.
ACTIVIDADES DE DEPORTE Y NATURALEZA
Entre encinas y pinos, el aire se llena de aromas de tomillo y romero, mientras pechiazules y milanos sobrevuelan el horizonte. Los arroyos esconden rincones frescos bajo fresnos y álamos.
Una experiencia que combina naturaleza, deporte y (des)conexión. Avanza a tu ritmo entre meandros e islas, con sauces y chopos y frecuentes avistamientos de aves.
Los caminos recorren campiñas, olivares y la Sierrezuela, con paisajes cambiantes entre lomas, arroyos y miradores. Pedaleo al ritmo de cada ciclista, entre aire puro e historia.
Despegue desde Villafranca para sobrevolar embalses, sierras y pueblos del Guadalquivir o la capital con la Mezquita-Catedral en una panorámica inolvidable.
Siente el aire libre sobre embalses, montañas y campiña cordobesa, o adéntrate en la ciudad para contemplar desde lo alto la Córdoba califal y la Mezquita-Catedral.
Descubre todas las instalaciones deportivas en Villafranca para disfrutar en compañía de los tuyos: fútbol, baloncesto, pádel, voleyball y más. ¡Y hasta un rocódromo!
El tesoro natural de Villafranca de Córdoba
A veces no somos conscientes de los paraísos que habitamos ni de los tesoros que tenemos a nuestro alrededor. Estos son algunos datos increíbles del entorno natural de Villafranca de Córdoba, para que disfrutes aún más de tu aventura, tomando consciencia de dónde te encuentras.

1. Un águila en peligro mundial sobrevuela las encinas de Villafranca
Las encinas marcan el paisaje de Villafranca y sostienen un ecosistema complejo. Entre sus ramas anidan aves como el arrendajo, la curruca y el carbonero común. Pero lo más sorprendente ocurre en el cielo: desde estas masas de encinar se observa el vuelo del águila imperial ibérica, una de las rapaces más escasas de Europa. También se avistan milanos, búhos reales y águilas culebreras.

2. Los prados que han alimentado al ganado durante generaciones
En la parte más alta de la Sierra de Villafranca aparecen extensiones de hierba conocidas como cervunales, dominadas por especies resistentes como el cervuno (Nardus stricta). Estos prados han sido aprovechados durante generaciones como pasto de verano para el ganado, especialmente vacuno. Hoy en día siguen cumpliendo esa función, pero también ofrecen un paisaje singular al caminante.

3. El Guadalquivir, autopista aérea de miles de aves migratorias
El Guadalquivir atraviesa Villafranca como un auténtico eje de biodiversidad. A lo largo de sus orillas prosperan sauces, álamos y tarajes que ofrecen cobijo a aves acuáticas. El río funciona como un corredor migratorio: cada año miles de aves viajan desde África hasta Europa y utilizan este tramo como área de descanso. Es frecuente ver espátulas, garzas reales, cigüeñas y hasta flamencos en ciertas épocas.

4. El esturión gigante que un día habitó el Guadalquivir
En tiempos pasados, el Guadalquivir albergaba especies como el esturión europeo, que llegaba a medir más de tres metros. También existían lampreas y jarabugos, hoy desaparecidos por la construcción de presas y la contaminación. Actualmente, sobreviven barbos, bogas y galápagos europeos. Practicar actividades como el kayak en sus aguas permite imaginar cómo era el río cuando estaba repleto de peces migratorios.

5. Fuente Agria: un manantial que ya conocían los romanos
El Parque Periurbano Fuente Agria es uno de los espacios más singulares de Villafranca. Allí brota un manantial de aguas ferruginosas conocido desde época romana. En sus alrededores todavía quedan restos arqueológicos de una presa, testimonio del valor que siempre ha tenido este recurso. El parque es hoy un lugar ideal para pasear en familia, con rutas sencillas que combinan naturaleza e historia.

6. Un pueblo en la frontera entre sierra y campiña
La posición geográfica de Villafranca es privilegiada: se encuentra en el punto de contacto entre las primeras estribaciones de Sierra Morena y las llanuras fértiles del Guadalquivir. En apenas unos kilómetros el paisaje pasa de encinares y pinares a vegas agrícolas de olivos y cereales.

7. Las plantas humildes que mantienen vivo el ecosistema
En caminos, arroyos y márgenes del río aparecen plantas que a menudo pasan desapercibidas: tarajes, juncos y pequeños matorrales. Estas especies cumplen funciones esenciales: filtran el agua, retienen el suelo y sirven de hábitat para insectos polinizadores. Mariposas, libélulas y abejas encuentran alimento en ellas, y a su vez atraen a aves insectívoras.

8. Villafranca, un paraíso para sacar los prismáticos
Villafranca es un lugar excelente para la observación de aves. No solo se trata de rapaces emblemáticas, también de pequeños pájaros como el pechiazul, el ruiseñor o la tarabilla común, que llenan de sonido los caminos en primavera. Llevar prismáticos permite descubrir un mundo paralelo que se esconde en ramas, cañaverales y cielos abiertos.